Mundo Filatélico

La pasión por coleccionar sellos postales surgió prácticamente al mismo tiempo que Gran Bretaña emitió los primeros, el 6 de mayo de 1840. En las cartas de la época se estimulaba el interés por coleccionar estampillas con una singular frase que decía: "Conserve esta carta. El sello puede, algún día, ser una curiosidad interesante".

Con el paso del tiempo, cada vez más países emitían sellos y esta actividad fue haciéndose más sistemática. En 1860 comenzaron a aparecer catálogos con descripciones de todos los valores de correos disponibles, así como álbumes para conservarlos ordenadamente, y al poco tiempo surgieron revistas dedicadas exclusivamente al interés filatélico.

Enseguida fue notoria la dificultad por conseguir algunos valores, lo que generó grandes diferencias de precios entre distintos ejemplares. La tendencia se ha mantenido a lo largo del tiempo, ya que no sólo es la antigüedad lo que determina el precio de un sello postal, sino también la cantidad de ejemplares existentes (o conocidos) del mismo, y la demanda de los coleccionistas.

De todas formas, lo más importante de una colección no es necesariamente su valor económico. Su encanto está dado sobre todo por la búsqueda de información y el aprendizaje que surge en el proceso, por el armado y la presentación del material, y por el valor personal que adquiere con el paso del tiempo, llegando a convertirse en legado familiar.